Este Lunes viendo el programa Callejeros en la Cuatro, cuya tématica eran las infracciones de tráfico,  descubrí a un ser especial, muy especial, llamado Ares. A través de este video, se puede observar el patético estado mental, debido al alcohol y las drogas, de este tipejo.
Puede ser que por un momento nos haga gracia o no, yo personalmente empecé riéndome, para después acabar reflexionando sobre que tipo de individuos recorren las carreteras de este país, tiparracos pasados de drogas y copas, con los carnés de conducir recién sacaditos y con el cerebro totalmente fundido. La verdad es que a este tiparraco le tenían que haber llovido ostias, por parte de la guardia civil, por todos lados, metafóricamente hablando. Esperemos, no solo que no tenga un accidente y se mate, sino que no tenga un accidente y mate a alguien.

El hombrecillo que está sentado habla, no entiendo nada, solo se que se dirige a mí  pues me mira fijamente. Insisto en que no entiendo lo que dice una y otra vez. El tono de su voz va subiendo a medida que repito la misma frase. Grita como si estuviera poseído, golpea la mesa, se levanta y sigue hablando,  se sitúa detrás de mí y susurra algo en el oído, pero sigo sin entenderle.

Después del gran éxito a nivel mundial del vídeo Trolololo, las grabaciones de Edward Khil aparecen de debajo de las piedras. Ya corren por la red muchos vídeos del cantante que han sido objeto de modificaciones de tipo humorístico.
Esta es una de ellas:

Ir a vídeo de Trolololo

Cuatro paredes mugres, un agujero en el suelo que huele a putrefacción, dos sillas, una mesa, una vieja lámpara cuelga del techo y al fondo una puerta, cerrada. No se cuantas horas hace que permanezco aquí, retenido. Espero que alguien se dirija a mí, nada. El polvo que flota en la atmósfera se pega en mi garganta, pero no hay agua para paliar ese efecto. Mis ropas están sucias, desgarradas. Me han quitado las botas, al descubierto quedan esos viejos calcetines rojos que compré en un mercadillo local, el izquierdo ya lleva un agujero a la altura del dedo meñique. Los pantalones no se sujetan, me han despojado del cinturón. No se ni que hora es, el tiempo se sucede a otro ritmo entre estas paredes, si tan solo me hubieran dejado el reloj… He tenido que orinar dos veces en ese mugriento hueco que hay cerca de uno de los muros. Me deshidrato, y nadie me trae nada que beber. Mis intestinos rugen, y nadie me trae nada que comer.

Scorpions nos deja depués de más de 40 años de dilatada carrera dejándonos su última obra de estudio, Sting in the tail. Un álbum que suena a final y que nos deja sus últimas letras para disfrute de los amantes del género.